Trujillo es llamada popularmente “la ciudad de la eterna primavera”, por su clima benevolente todo el año, y el brillante sol que impregna hasta los rincones más inhóspitos y ocultos de la ciudad.

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En la ciudad predomina la vista de casas de barro y adobe antiguas, hay muchas casas coloniales y monumentos históricos atractivos. No se pueden dejar de mencionar sus picadas o restaurantes más típicos, que ofrecen por todas partes los platos peruanos más exquisitos. Los lunes es tradicional encontrarse con shambar, un plato que lleva mote, porotos, trigo, carne de cerdo, culantro, ají y cebolla. Los condimentos son el elemento clave en la comida peruana, sin ellos no podría ser la misma cosa, y es que los picantes y los mariscos son su sello.

De Trujillo tengo buenas referencias como una ciudad bohemia, aunque yo he pasado por varias ciudades peruanas y la verdad en todas o casi todas hay bastante bohemia y a precios muy asequibles.

Trujillo desde sus inicios surgió rápido por ser una zona muy fértil y apta para los trabajos agrícolas. La gente trabajo muy duro para levantar enormes casas señoriales, enrejadas con hierro forjado. El Valle de Moche, que se encuentra en la ciudad de Chan Chan, es la ciudad de barro más grande del mundo, sólo comparable a las Pirámides de Egipto o los vestigios arqueológicos de Teotihuacán. Trujillo se encuentra convenientemente situado en medio de este hermoso valle.

En el lugar se encuentra la Huaca del Sol, una gran pirámide con muchos peldaños, así como la Huaca de la Luna, repleta de murales que representan los rituales de los Mochicas. En el complejo de El Brujo se puede ver una pirámide de adobe que tiene más de 15 siglos de antigüedad. La grandiosidad de estas obras, su duración y su significado son todo un gancho para visitar esta parte de Perú.

Foto: flickr

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