Hoy el Perú se está consolidando como un circuito internacional del surf. El país, en total, posee 1.500 kilómetros de costa, con olas monstruosas que hasta en Hawaii envidiarían. Con todos estos kilómetros de costa y todo, Perú continúa con el discurso político “que no tiene mar”, más bien diría “que no tiene mar suficiente”, porque tal como dicen por ahí, la ambición rompe el saco, pero para qué me meto en líos si vine aquí a hablar de sitios turísticos y no de asuntos políticos, ni menos problemas, que sino saltan de inmediato a quienes les duelen los callos, pero que va, es verdad lo que digo, sino busquen en google.

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En el norte de Perú se encuentra Mancora, donde llegan cientos de surfistas en busca de las aguas cálidas, el sol y la gente. Por ahí cerca se ve restaurantes y vendedores de fruta, al igual que por la Carretera Panamericana.

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Solo en Lima se pueden alquilar o comprar artículos de surf. Hay algunos albergues que acomodan a los surfistas en literas, en habitaciones para uno o cinco de ellos. En las reuniones, los huéspedes pueden ser vistos haciendo yoga en el patio.

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Las opciones para comer son también muy limitadas, y solo la simpatía de la gente compensa en algo la falta de infraestructura, aunque últimamente se han hecho esfuerzos por mejorar todo para transformar a Mancora en un destino, como hemos hablado otras veces.

El Museo del Surf se encuentra en una casa vieja, que fue una escuela de surf en el pasado.

Vía: wayfaring

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