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Como todos los viajeros, hay algo que nadie nos podrá quitar nunca de nuestro carácter: la curiosidad y el hambre por saber más acerca de cada detalle que pueda existir en un destino que se nos haya puesto entre ceja y ceja.

En las calles del Cusco, es algo normal ver muchos vendedores de comidas dulces y saladas en cada esquina. Aunque hay en casi cada esquina, un restaurante formal establecido, hay también muchos carritos y carretillas que se ganan la vida vendiendo comidas rápidas.

Entre las cosas que pueden encontrar por las calles, hay carritos con coco, donde pueden beber la leche de coco, o comprar un paquetito de seis macarrones por solo 1 sol. El sol es la moneda peruana.

El choclo o maíz andino, se prepara con habas, y se venden en paquetitos pequeños, salados o tostados. Hasta aquí vamos con opciones muy saludables para darnos un gustoso snack callejero.

Hay carretillas con aguacate, chirimoya, piña y caña de azúcar. El aguacate se vende relleno con otras verduras picaditas o con una vinagreta, mientras la chirimoya se sirve como postre.

Para esos momentos cuando la energía se siente baja, lo mejor es comprar unos huevos duros de codorniz, servidos en una pequeña taza con sal. También se pueden encontrar brochetas de carne alrededor de la plaza. La carne que más se vende es la de pollo con chorizo, aunque de vez en cuando se encuentra alpaca o llama.

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Los tamales son otra especialidad que encuentran en las calles cusqueñas, así que no piensen que solo están en México. Se venden tamales dulces y salados. Los primeros van rellenos con azúcar, canela y pasas, mientras los segundos van por lo general con un relleno de cerdo.

Mientras caminan por las calles, pueden ver gente que vende bolsas de limones, queso, empanadas y hasta picarones, una versión peruana de la rosquilla, pero hechos con harina de camote y servidos con jarabe de azúcar morena y piña. Estos son una delicia que seguro les hara recordar los churros, pero no son lo mismo.

Vía/ Peruthisweek

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