Acabo de regresar de un viaje de cinco días por el Lago Titicaca. Tomamos por la noche el bus cama del Cusco y llegó justo a tiempo apenas amaneció para tomar nuestra conexión a Puno. Tomamos el coche y llegamos al hotel donde nos quedaríamos 2 días después de la visita al lago.

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Nuestra primera visión del Lago Titicaca es de cuando el bus se acercó al muelle. Desde allí no lo ves tan grande, y en realidad, parecía pantanoso porque se veía un gran número de cañas flotantes en el puerto. Allí tomamos un barco, todo muy lento y en realidad una verdadera trampa turística que no muestra mucho.

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Luego de varias horas a bordo del barco llegamos a la isla de Amantani, muy distinta a la isla de Uros y asombrosa por las terrazas incas que definen la forma de la isla. En la isla, no hay un ápice de tierra que no se haya convertido en un espacio agrícola por parte de los Incas. Me dio mucha risa ver a las familias lugareñas cuando recogían a los turistas vestidos con sus trajes típicos. Con esos trajes perfectamente lavados me preguntaba si estarían acaso por celebrar Halloween.

La mujer que nos recogió casi no habla español y se alegro mucho de escuchar mi lengua quechua, lo cual fue muy útil para que me enseñara otras expresiones. La isla es casi en su totalidad vegetariana, aunque se comen algunos pollos durante la temporada de lluvias, complementando la dieta con verduras y queso y además, por supuesto, las infaltables patatas.

Vía: travel blog

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